Significado de Actitud

¿Qué es la «actitud»?

Se podría decir que la actitud es la posición o postura ─generalmente en sentido figurado─ que uno adopta con relación a algo. Y ese algo puede ser algo que uno ve, que uno escucha, de lo cual uno se entera, o algo que debe resolver, sobrellevar, etc.

(La actitud es la posición que se toma frente a algo)

(La actitud es la posición que se toma frente a algo)

Este sustantivo proviene del vocablo latino medieval actitūdo o actitūdinis, a su vez derivado de āctitō, āctitāre, que significa «hacer algo repetidamente, obrar con frecuencia». De manera que el término se vincula con el hecho de «obrar” o “hacer”. La disposición mental y el estado de ánimo son dos factores determinantes de la actitud de los individuos. La actitud refleja la forma de pensar, de sentir y de comportarse frente a las distintas situaciones.

El Pastor bautista Robert Jeffress define la actitud como la respuesta emocional y mental ante las circunstancias de la vida. Las buenas actitudes conllevan confianza, entusiasmo,  alegría y predisposición para cambiar lo que sentimos que hay que cambiar.

Y aunque la actitud de un mismo individuo va variando en el tiempo en función de las circunstancias y de sus experiencias vitales, a menudo es posible identificar personas que, en general, se muestran con una actitud positiva frente a la vida, y que van transitando por esta levantándose tras cada caída, luego hay personas que suelen ubicarse en la vereda contraria, con una actitud negativa, pesimista, y también existe un tercer tipo que podría calificarse como neutral.

Los psicólogos sociales afirman que esto es un aspecto fundamental en la vida de las personas y en el funcionamiento de las distintas estructuras sociales, incluyendo las familiares, laborales, etc.

Actitud hacia el trabajo

En el orden laboral, los expertos identifican cinco grandes grupos de actitudes en el trabajo:

  1. Actitud proactiva: representada por el individuo altamente motivado para conseguir los objetivos del grupo de trabajo y los suyos propios. Se trata de la persona capaz de orientar todas sus acciones y actividades hacia eso y de contagiar su entusiasmo a sus compañeros. Cuando aparece en su camino algún problema, siempre aplica estrategias para llegar a su solución.
  2. Actitud colaboradora: reflejada en la persona que siempre está dispuesta a prestar ayuda para el logro de los objetivos. Al igual que en la anterior, hay fuerte motivación, pero a diferencia de quienes tienen actitud proactiva, los colaboradores e prefieren mantenerse en segundo plano, aun cuando tienen gran empeño, entusiasmo y capacidad de trabajo.
  3. Actitud reactiva: representada en el sujeto que hace el trabajo lo mejor que sabe y puede, pero que permanece a la espera de instrucciones precisas. Se asocia con el temperamento de personas con escasa iniciativa, con quienes se sienten bien al ser útiles aun cuando esto signifique limitarse a cumplir con su misión.
  4. Actitud pasiva: reflejada en la persona que siempre recurre a la ley del mínimo esfuerzo. Son quienes tratan de pasar inadvertidos y de correrse al costado a la hora de afrontar retos.
  5. Actitud hostil: es la que tienen aquellos que siempre encuentran errores, defectos e inconvenientes en todo lo que se propone, sin aportar ninguna idea para subsanarlos.

En lo personal, las actitudes se van forjando por distintos caminos. En ocasiones se basan en nuestras experiencias y/o en nuestros saberes, y no es infrecuente que se nos “impregnen” las actitudes de otras personas. Los seres humanos manifestamos actitudes a través de nuestro accionar y de nuestras palabras, pero también a través de nuestros silencios u omisiones. Y la indiferencia también es una actitud.

Quizá nada resuma mejor el significado de la palabra “actitud” que la siguiente frase, alguna vez pronunciada por Sir Winston Churchill: “La actitud es una cosa pequeña que hace una gran diferencia”.

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