Significado de Honestidad

¿Qué es la Honestidad?

El vocablo honestidad proviene del latín honestitas (idea que se vinculaba con el honor). Es la virtud que garantiza el respeto a las buenas costumbres, al honor y a la propiedad de los demás. Una persona honesta tiene la inmensa virtud de no apropiarse de lo que no le pertenece, ni física ni simbólicamente, por lo que también tendrá una fuerte identidad al dedicarse a vivir con el fruto de su esfuerzo. Vivir la identidad de uno como esta realmente es también es considerado un acto de honestidad.

En cualquiera de los casos, la falta de honestidad en sí misma no está castigada por la ley, sino que lo están sus derivados: robar algo que no pertenece está penado, pero no así el hecho de adjudicarse ante los demás un mérito que es de otra persona. Lo que se castiga entonces no es la falta a la honestidad, sino circunstancialmente su consecuencia concreta.

La Honestidad bajo la lupa de la Filosofía

El filósofo Kant evaluó a la honestidad como un valor fundamental para la convivencia en la sociedad, y la colocó dentro de los principios éticos razonables que consideró como imprescindibles. Otro pensador, Confucio, fue un paso más adelante y consideró a la honestidad en tres niveles (Li, Yi, Ren), luego de admitirla como un elemento fundamental de los sistemas sociales saludables: en el lugar más importante de la honestidad está la de tratar a los demás en forma armónica, aceptando las diferencias de clase que en muchos contextos son extremadamente fuertes.

En este trato a los demás se refleja la honestidad con el honor de la propia familia, puesto que nada asegura que generaciones pasadas o futuras no vayan a estar en otro estrato social. En segundo lugar aparece la bondad y los actos de justicia, dando especial importancia al culto a los antepasados. El tercer nivel de la honestidad es el de las acciones más recurrentes, que tienden a buscar la gratificación individual inmediata: admitir esto es un acto honesto, y Confucio considera que esa honestidad se encuentra buscando el propio beneficio por sobre el colectivo.

Orígen de la Honestidad

Vale preguntarse en un contexto de tantas reflexiones sobre la honestidad, si se trata de un valor humano innato o de una construcción social. Si buscamos la respuesta a eso en el reino animal, puede verse que hay algunos animales invertebrados con una tendencia más hacia el cuidado propio y de su linaje, mientras que los mamíferos tienen conductas menos individualistas. De cualquier manera, la valoración positiva de la honestidad siempre será un acto contextualizado en la sociedad, y la prueba mayor de esto son los casos en los que por sentido común o por conveniencia las personas a veces no se comportan de manera honesta, o al menos no tan transparente.

Pese a que se suele hablar de personas “deshonestas”, lo contrario a la honestidad es la hipocresía, el acto de actuar en contra de lo que en otro momento se afirmó o (peor aún) en contra de lo que en ese mismo momento se piensa. Todas las personas pueden cometer errores como así también cambiar de opinión, pero lo que no deben hacer es negarlo para provecho propio. Esto adquiere mayor importancia en la esfera de las decisiones públicas, como es la política: la honestidad es un valor que se les reclama muchas veces a los políticos en campaña, pero luego se les exige poco cuando ejercen el gobierno.

Si bien lo antedicho explica el significado de la palabra “honestidad” de manera global, es bueno enfatizar el concepto de honestidad intelectual. Se espera que una persona que realiza una investigación, por ejemplo, se atenga a los resultados que esta objetivamente le devuelve (y no a los que espera de acuerdo a sus hipótesis, o a los que más les convendría tener en función de retribuciones materiales o reconocimiento público); se espera además que tenga en cuenta los derechos y las opiniones del prójimo y se espera que sea capaz de ser autocrítico y admitir los errores propios.

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