Significado de pensamiento divergente

A la hora de definir el pensamiento divergente, la Real Academia Española explica que es todo aquello que diverge; es decir, que separa, discrepa o discorda. Sin embargo, podríamos agregar que es un proceso que realiza el cerebro con el fin de generar ideas creativas al analizar y explorar muchas posibles soluciones al respecto.

El pensamiento divergente es un producto que realiza la mente que surge en base a la actividad racional o por medio de las abstracciones que se incluyen en la imaginación.

El pensamiento divergente y los problemas

Como bien dijimos con anterioridad, el pensamiento divergente (también conocido como pensamiento lateral) se define como la búsqueda de diversas posibilidades tanto creativas como distintas a las convencionales para poder así resolver problemas.

Este tipo de pensamiento se basa en la creatividad y se lo considera como un manera distinta de utilizar cerebro, diferenciándose de la lógica.

El pensamiento divergente forma parte del pensamiento creativo, aquel que tiene relación con la imaginación y deja de lado el pensamiento lógico o racional.

Un pensamiento divergente será aquel que se realice por medio de estrategias no convencionales para lograr organizar los distintos procesos que incluyen el pensamiento. El objetivo principal será el de crear ideas que no correspondan al lineamiento común de los pensamientos.

Elementos del pensamiento divergente

Es elemental que suceda una comprobación de soluciones. Es decir, cuando se enfrenta un problema de manera vertical, es más que probable que no se logre encontrar la solución correcta.

Si logramos ejercitar el pensamiento divergente para poder poseer una mente más abierta, seremos capaces de enfrentarnos a cualquier tipo de problema de una manera distinta y más productiva con los que llegaremos a resultados más óptimos.

No es fácil reconocer cuáles son las preguntas elementales o necesarias para utilizar en este proceso. Por medio del pensamiento divergente es posible realizar preguntas generales antes de comenzar a analizar el problema para poder utizarlas como guía.

Luego se realizarán preguntas más específicas con hipótesis más claras y posibles que llevarán a que la persona pueda aproximarse a una solución lo más acertada posible.

Pensamiento divergente

(Pensamiento divergente)

Como bien dijimos con anterioridad, la imaginación es una de las características más importantes del pensamiento divergente, ya que permite que veamos los conflictos de una manera distinta o desde otro punto de vista diferente al que solemos realizar.

Si siempre observamos los problemas desde un mismo enfoque, es probable que no alcancemos a encontrar una solución correcta.

No obstante, el foco es una herramienta también necesaria para el pensamiento divergente, debido a que siempre es necesario conocer y analizar cada circunstancia en general e identificar de qué manera, de acuerdo a nuestras propias cualidades, podemos encontrar una solución al conflicto.

Tres niveles del pensamiento divergente

Existen tres etapas para lograr realizar este proceso de manera ideal:

  1. Establecer las direcciones: se deben considerar los conceptos o enfoques que utilizaremos para solucionar el conflicto. Estos conceptos que escogeremos se deberán analizar de manera amplia para que podamos abstraer del mismo la dirección general con la que llevaremos a cabo el pensamiento.
  2. Fijar los conceptos: de aquellos con los que daremos firmeza a una idea que se convertirá en punto de partida para muchas otras ideas. Podríamos decir entonces que los conceptos serán aquellos métodos o procesos generales que utilizaremos a la hora de enfrentar un conflicto.
  3. Las ideas: tendrán la principal función de poner en práctica dichos conceptos que se pensaron previamente. Para poder llevarlas a cabo, las ideas deben ser posibles y específicas. Al realizar las direcciones y los conceptos, podremos tener a nuestro alcance un abanico de ideas alternativas que analizar y escoger.

Falta de sueño y el pensamiento divergente

Varios estudios a lo largo de la historia han comprobado que la falta de sueño cuando se pretende realizar pensamientos divergentes tiene consecuencias poco satisfactorias a la hora de alcanzar el objetivo. No importa cuán grande sea la motivación que poseamos por solucionar un conflicto, el impacto de la privación del sueño afecta de manera circunstancial el rendimiento del pensamiento.

Está comprobado que basta con una noche sin dormir para que nuestro cerebro sufra las consecuencias y no pueda rendir ni pensar con sus máximas capacidades.

Distinto ocurre en el pensamiento covergente, donde estudios afirman que la privación de sueño no afecta al proceso debido a que este pensamiento suele ser más resistente frente a estas condiciones en el cuerpo.

Algo similar ocurre cuando las personas sufren de hambre: en este caso, ningún tipo de procesamiento que realice el cerebro será resistente a esta condición.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *